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SAN JUAN EN LA EDAD MEDIA: LA NOCHE MÁS MÁGICA DEL AÑO

Por: Sandra Santiago y Johan Caballero



-La mañana de San Juan, mozas,

vámonos a coger rosas.

-Pues que tan clara amanece...

-Vamos a coger rosas.

- y todo el campo florece...

-Aquí hay verbena olorosa.


Ya no cogeré verbena

la mañana de San Juan,

pues mis amores se van.

Ya no cogeré verbena

que era la hierba amorosa,

ni con la encarnada rosa

pondré la blanca azucena.

Lope de Vega, "Poesías líricas"




¿CÓMO SE MEDÍA EL TIEMPO DURANTE LA EDAD MEDIA?

Al pensar en la Edad Media podemos creer que la gente aborrecía la Antigüedad pues era luchar contra el paganismo. Sin embargo, algunas de las tradiciones paganas perduraron incluso durante el cristianismo. 

Hacia el siglo X, los obispos reprochaban el paganismo que aún perduraba sobre todo en regiones como Frisia, Sajonia o el norte de la Galia. Incluso en el ámbito privado la adivinación del futuro seguía llevándose a cabo a través de prácticas como arrojar granos al fuego para adivinar si su vida correría peligro o el estudio de los excrementos de bueyes y caballos.[1]

No solamente en las prácticas privadas se mantenían elementos del paganismo, también en algo tan cotidiano como la medición del tiempo perduraba el paganismo. Durante la Antigüedad, el calendario se apoyaba en los mitos y en la observación de la naturaleza: ciclos lunares y solares, las estrellas y el agua permiten la medición del tiempo.[2]

Durante la Alta Edad Media, en los conventos se comenzó a medir el tiempo de otra manera sin abandonar totalmente el tiempo natural. Las 24 horas se reparten en cuatro cuadrantes de seis horas cada uno. Ahora los conventos comenzaron a dividir la jornada y la marcaban mediante campanadas. A esto siguió la división en meses, en semanas y estas se dividen en siete días dejando el domingo para dedicarse a Dios mediante la lectura y la meditación. Como dice Attali: “Cada iglesia, cada monasterio, cada abadía, adquieren poco a poco el hábito de anunciar al mundo circundante las horas canónicas gracias a sus campanas. La campana dicta el nuevo Tiempo de Dios”.[3] El día se mide así, bien. La noche, en cambio, representaba los miedos reales pues es el momento en el que sale el diablo y ocurren todas las tentaciones.

Desde el siglo VII el tiempo clerical a través del ciclo litúrgico se establece. El calendario litúrgico se estructura a través de la vida de Cristo: comenzando por la Navidad, la Epifanía, la Anunciación, la Pascua y la Semana Santa. Además de este calendario crístico había tensiones con el calendario astrológico y con los ciclos festivos agrarios. 

Los campesinos, al igual que las sociedades paganas, observaban la naturaleza para medir el tiempo. Además, la sustitución de celebraciones paganas con celebraciones cristianas como si fuera una conversión, permitió al cristianismo evangelizar de manera más eficaz. Los campesinos, así, toman estas mediciones paganas para realizar sus festividades como fue el día de san Juan, que coincidía con el solsticio de verano.[4]



PRÁCTICAS DURANTE LA NOCHE DE SAN JUAN

Durante la fiesta de san Juan Bautista la gente se reunía alrededor de hogueras y fogatas para bailar en torno al fuego y arrojar objetos mágicos para tener buena suerte. Una de las cosas que se arrojaban eran los gatos, los cuales ataban y metían a sacos para después arrojarlos a las fogatas. También era frecuente que en ciudades enteras como Metz se quemaban gatos, se les disparaban salvas o quemaban docenas de gatos al mismo tiempo sobre la hoguera.[5]

Nos puede parecer cruel, sin lugar a dudas, que los gatos fueran quemados. ¿Por qué quemar gatos y no, por ejemplo, ahogarlos? Es aquí cuando debemos de detenernos y pensar históricamente en qué significaba el fuego para la sociedad medieval. El fuego tenía un doble simbolismo: por una parte, el acto sexual y, por otra, símbolo del castigo divino y del Juicio Final. Era el símbolo de la venganza de Dios y purificaba. Por esta razón el fuego se justificaba como un castigo frente aquello ajeno a Dios, a lo bueno.[6]

Ahora que hemos hecho un repaso breve, pero significativo hacia el simbolismo que tenía el fuego durante el Medioevo es necesario detenernos en los gatos. En la actualidad es normal asociar a los gatos con lo desconocido e incluso con la brujería, no obstante, esta relación data desde la Baja Edad Media —periodo que comprende del año mil al siglo XV, aproximadamente—. El gato, al igual que otros animales, eran asociados a un conjunto de vicios o virtudes; por ejemplo, el perro era asociado con la fidelidad o la zorra con la astucia.[7]

El gato, sin embargo, al ser un animal que no se encuentra organizado en grupo de manera jerárquica (como en el caso de los perros) es sumamente individualista, se le concebía como un animal sagaz, con muchas vidas y misterioso. Además, por ser “compañero” de personas solitarias se le asociaba con la brujería. Lo anterior trajo serias consecuencias para estos animales pues fueron quemados, perseguidos, asociados con lo maligno e incluso se pensaba que las brujas se convertían en grandes gatos negros.[8]


En otras regiones de Europa se realizaban también distintas prácticas. Por ejemplo, en la entrada de los cuartos de las personas de nombre Juan o Juana se colocaba un arco hecho con flores y ramas e incluso se ataban conejos vivos y palomas.

En Sauzal, España, se aprovechaba el día de san Juan para pronosticar las lluvias de todo el año. Se colocaba sal común en diferentes papeles que tenían escritos los nombres de los meses, se dejaban al sereno y en la mañana del día de san Juan se revisaba la humedad de cada papel para así determinar la cantidad de lluvias que habría a lo largo del año.[9]



LA NOCHE DE SAN JUAN ASOCIADA A LA BRUJERÍA

Esta noche se desarrolla en lo mágico, la imaginación se apodera de las diversas mentes, salen las brujas y se hacen de las propiedades de la noche, las plantas se hacen aún más benéficas y la cura de enfermedades se hace una con el aire. 

Y es que en muchos lugares de Europa, la naturaleza sigue siendo parte de la realidad, de sus formas de vivir y por eso mismo su folklore se basa en ello. Es por eso que a través de la noche, esperan tener propiedades mágicas, adivinatorias, curativas y poderes cosmetológicos, de igual manera se esperaba obtener una cura a la esterilidad[10] —recordemos que ser fértil era una “cualidad” para ser aceptada o aceptado socialmente (especialmente las mujeres)—.

Asimismo, desde las doce de la noche hasta el amanecer, acompañado de música, danza y rituales, se espera la presencia de seres sobrenaturales y mágicos.

Si bien las brujas no son partícipes totales de esta festividad, los rituales realizados —en especial la hoguera— se hacen con la finalidad no solo de medir el tiempo y tener buenas cosechas, sino de eliminar males generados por las brujas[11] o por los males naturales, como la esterilidad, enfermedades, mal augurio y la mala fortuna.



PROTECCIÓN ANTE EL MAL: CAMPANAS, REZOS Y AMULETOS

La noche de san Juan era una noche que purificaba el ambiente, las aguas, los vegetales, potenciaba el beneficio de las plantas curativas y espantaba a las brujas, la naturaleza era una carga mágico-religiosa que el imaginario colectivo creaba. A continuación, el significado ritual de los elementos más importantes de la noche de San Juan…


LAS HOGUERAS

Durante la noche, cada familia deja en la puerta de su casa un manojo de tomillo, mismo que son humedecidas con agua y, posteriormente, encendidas con humo, humo que porta la mujer más anciana del poblado. Mientras las pequeñas hogueras se van consumiendo, las puertas de las casas no cierran, permitiendo que el humo entre a la casa. Este humo tiene un fin: el de proteger a las personas que habiten en ella, protección  no sólo para la salud, sino para el mal de ojo y ataques brujiles y, en el caso de los animales, una protección ante la enfermedad.[12]

Usualmente, en cada poblado se realizaba una gran hoguera en la plaza del pueblo, en ella se quemaba leña, cuero viejo, plantas y hierbas bendecidas, de igual manera, con el fin de evitar maleficios que afectaran a la población humana y animal. 

Las cenizas de la fogata se utilizaba al dia siguiente, se lavaban con ella para evitar enfermedades; los animales eran pastados sobre dicha ceniza para librarlos también de enfermedades, mientras que los restos de las cenizas eran esparcidas en los huertos y cultivos con la finalidad de protegerlos contra tormentas, así como un fertilizante para una buena cosecha.[13]


HIERBAS Y PLANTAS

Al amanecer del día de san Juan, se va a recoger las plantas más bonitas y variadas, con la esperanza de encontrar el trébol de cuatro hojas o helechos, que en punto de las doce de la noche florecen, de manera que proveerá de riqueza a quien consiga dichas plantas. Por otro lado, las semillas del helecho se recolectan y se dejan secar como antídoto de enfermedades a los cerdos. 

La diversidad de plantas va a darse por la diversidad de protecciones, algunos de ellos como la verbena será para la protección contra mordeduras de culebras; la hoja de nogal como método de cicatrización, el agua utilizada para macerar romero, será de utilidad para embellecer a las mujeres que se rocíen de ella,  y el saúco alejara a las brujas.[14]

Es decir, las plantas eran vistas con una propiedad curativa, que en esta noche se llenan de propiedades virtuosas, se espera que con el solsticio la vegetación surja con más fuerza, como símbolo de la regeneración de la naturaleza. Dependiendo de la región era el tipo de hierba y planta que se recolectaba y se usaba como protección.


EL AGUA

Otro elemento de importancia es el agua, esta adquiere virtudes sobre las hierbas, pues es significado de fertilidad y fecundidad que hace unión a la tierra y al fuego. Pues toma, en parte, el significado del bautismo de Cristo.

Como parte de los rituales se encuentran lavarse en los ríos, a las jóvenes les permite realzar su belleza, mantenerse sanas y no tener problemas en el parto y al amamantar. Si caminan descalzos por las hierbas en la mañana de San Juan, las gotas de agua tendrán propiedades curativas. El baño ritual permitirá que haya fines de purificación.

El agua, como se mencionó, es considerada como un elemento de fertilidad, por lo que las mujeres de los pueblos también recurrirán a baños en donde obtendrán información sobre si se casarán, con quién y qué profesión tendrá este.[15]

Para las casas, el agua de los ríos era transportada y las paredes de las casas eran rociadas con la misma, para la protección, nuevamente, de las brujas y maleficios. La ropa era otro elemento que se sacaba y se esperaba que el rocío conviertiera a estas ropas como elementos de protección ante enfermedades e incluso para atraer pareja. 



¿CRISTIANISMO Y PAGANISMO TOTALMENTE DISTANCIADOS DURANTE EL MEDIOEVO?

Como hemos visto, la noche de san Juan no podemos pensarla como una fiesta propia del cristianismo, hemos visto cómo se nutrió de elementos paganos visibles en múltiples prácticas y significación del entorno: el agua, el fuego o los animales. Desde tiempos remotos la observación de la naturaleza así como el contacto con esta no solo le permitió a las múltiples civilizaciones medir el tiempo, sino establecer múltiples representaciones de su alrededor. 

Esto también nos deja como reflexión una idea que desde la renovación de los estudios sobre el Medioevo llevada a cabo por la “Escuela” de los Annales está presente: ¿la Edad Media rechazaba total y tajantemente todo aquello que olía a paganismo? ¿En qué medida? Como esta festividad existen múltiples prácticas más que pueden problematizarse sobre esta supuesta distancia entre el mundo antiguo y el mundo medieval.



NOTAS

[1]  Michel Rouche, “Alta Edad Media Occidental”, en Historia de la vida privada 2. La Alta Edad Media, volumen dirigido por Paul Veyne, dirección de la obra por Philippe Ariés y Georges Duby (Argentina: Taurus, 1990): 112.

[2] Jacques Attali, Historias del tiempo (México: FCE, 2016): 22, 36.

[3] Attali, Historias…, 62-63, 67.

[4] Jérôme Baschet, La civilización feudal. Europa del año mil a la colonización de América. Prefacio de Jacques Le Goff (México: FCE, 2018): 327-328, 330-331.

[5] Robert Darnton, La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa (México: FCE, 2022): 103.

[6] Robert Fossier, Gente de la Edad Media (México: Debolsillo, 2019): 159-162.

[7] Lidia Girola, “Imaginarios medievales acerca de los animales. Con especial mención a los imaginarios sobre perros y gatos en la Edad Media y el Renacimiento europeos (Parte I)”, Imagonautas, núm. 17, vol. XII (mayo 2023): p. 50. 

[8] Ricardo Tellez Girón López, “Una historia de gatos”, Elementos: Ciencia y cultura, núm. 63, vol. VI (noviembre-enero 200): 65.

[9] José Pérez Vidal, Tradiciones populares III. La fiesta de S. Juan en Canarias. Ensayo folklórico (Laguna de Tenerife: Consejo Superior de Investigaciones Científicas – Instituto de Estudios Canarios, 1945): 73.

[10] Manuel Cousillas Rodriguez, “Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan en la provincia coruñesa”, Revista de la Sociedad Española de Estudios Literarios de Cultura Popular, núm. 1, (2001): 49.

[11] Manuel Mandianes, “Noche magica de San Juan”, Revista de Prensa “Tribuna Libre”, s/n, (2007): 1.

[12] Jose Maria Domínguez Moreno, “La noche de San Juan en la Alta Extremadura”, Revista de Folklore, no. 42, vol. IV (1984): 209.

[13] José Ignacio Homobono Martínez, “San Juan: Festividad y ritos solsticiales”, Supersticiones, creencias, leyendas y rituales. Facetas del imaginario popular barakaldarra, no. 22 (2021): 87.

[14]  Domínguez Moreno, “La noche de San Juan…”, 211.

[15] Homobono Martínez, “San Juan: Festividad…”, 91.



FUENTES DE CONSULTA

Attali, Jacques. Historias del tiempo. México: FCE, 2016.


Baschet, Jérôme. La civilización feudal. Europa del año mil a la colonización de América. Prefacio de Jacques Le Goff. México: FCE, 2018.


Cousillas Rodriguez, Manuel. “Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan en la provincia coruñesa”. Revista de la Sociedad Española de Estudios Literarios de Cultura Popular, núm. 1 (2001): 47-66. 


Darnton, Robert. La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa. México: FCE, 2022.


Domínguez Moreno, Jose Maria. “La noche de San Juan en la Alta Extremadura”. Revista de Folklore, no. 42, vol. IV (1984): 208-213.


Fossier, Robert. Gente de la Edad Media. México: Debolsillo, 2019.


Girola, Lidia. “Imaginarios medievales acerca de los animales. Con especial mención a los imaginarios sobre perros y gatos en la Edad Media y el Renacimiento europeos (Parte I)”. Imagonautas, vol. XII, núm. 17 (mayo 2023): 47-63. 


Homobono Martínez, José Ignacio. “San Juan: Festividad y ritos solsticiales”. Supersticiones, creencias, leyendas y rituales. Facetas del imaginario popular barakaldarra, no. 22 (2021): 85-97. 


Mandianes, Manuel. “Noche mágica de San Juan”. Revista de Prensa “Tribuna Libre”, s/n, (2007): 1-3. 


Pérez Vidal, José. Tradiciones populares III. La fiesta de S. Juan en Canarias. Ensayo folklórico. Laguna de Tenerife: Consejo Superior de Investigaciones Científicas – Instituto de Estudios Canarios, 1945.


Rouche, Michel. “Alta Edad Media Occidental”. En Historia de la vida privada 2. La Alta Edad Media, volumen dirigido por Paul Veyne, dirección de la obra por Philippe Ariés y Georges Duby, 9-140. Argentina: Taurus, 1990.


Tellez Girón López, Ricardo. “Una historia de gatos”. Elementos: Ciencia y cultura, vol. VI, núm. 63 (noviembre-enero 200): 61-66.








 
 
 

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