Por: Abraham Pérez González
La llamada “Época de Oro del Cine Mexicano” sin duda alguna fue un símbolo de representación de El Pueblo, “la substancia de la mexicanidad”. Desde el triunfo del melodrama ranchero, en 1936, con Allá en el Rancho Grande (Fernando de Fuentes) hasta el cine de ciencia ficción de mediados de la década de los cincuenta y sesenta, el cine nacional de esta época atravesó por un sinfín de películas y experimentación de géneros de todo tipo.
La conquista de las pantallas en un principio se daría a través de los melodramas misóginos en los cuales las mujeres se veían inmersas en un papel “nuevo”: el de mujer fatal que viciaba los nuevos tiempos, mala influencia de la sociedad y ejemplo innegable de la inmoralidad que, para la sociedad profundamente conservadora, en este caso solo acepta a este tipo de mujeres “si su final es la condenación”. Claramente la industria fílmica, dominada por los hombres como figuras representativas del hombre mexicano y principalmente del charro como ejemplo del hombre varonil y valiente que desarrolla un papel patriarcal sobre lo que tiene que proteger (a la mujer), pone en evidencia el horizonte moral y cultural de la sociedad mexicana de aquellos tiempos.
La fragilidad que caracteriza a las mujeres en los inicios del cine mexicano no solo juega un papel personal para ellas, sino que también resultan ser la debilidad del macho, que ante su belleza siempre caen para llegar a un final feliz o en una tragedia por la estulticia de necesitar este del amor de una mujer. La belleza siempre juega un papel importante en la cotidianidad, incluso hasta nuestros días. En el caso del desarrollo del cine mexicano, la reformación del rostro femenino hacia los inicios de la década de los cuarenta, llevó a una reforma de las “ofertas visuales” de la belleza femenina. Esther Fernández y Gloria Marín ya eran un ejemplo de ello desde algunos años atrás, Dolores del Rio había trascendido sin duda alguna a la cúspide del cine de Hollywood. La llegada de María Félix a la pantalla grande en 1943 con su primer film El peñón de las animas (Miguel Zacarias), anunciaría “la nueva psicología femenina” que construiría una imagen de la mujer bella, orgullosa y fatal... Pero también de la mujer inquebrantable.
Las películas no se veían completas solo con una mujer típica que los valores mexicanos le otorgan, buscan más que esto, “quieren heroínas, criaturas de lo frágil y lo digno, felices en su desamparo, con rostros despojados de cualquier ambigüedad, alteradas porque de vez en cuando les toca huir del infortunio, inseguras porque su belleza es un don de Dios y les toca manejarla con decoro”.[1]
Ante la búsqueda de la belleza femenina, hacia la década de los cuarenta, una oleada de grandes actrices marcaría la presencia rotundamente necesaria de la que el cine necesitaba para sobrevivir. La presencia de las mujeres en el cine de oro trasciende más allá de su figura, “encumbran al género segregado” cambiando los códigos moralistas, ahora ya no se avergonzarán ni tomarán tan enserio la noción del pecado, su figura revelará la importancia de su presencia contundente para la formación de las facciones que caracterizarán al cine de oro mexicano.
En conmemoración de su aniversario luctuoso traeré consigo un breve ensayo de una de las figuras más relevantes del cine de oro mexicano: Miroslava Stern. Recorriendo su vida artística, su primera y última película que, con su trágica partida, dejó un hueco profundo que mostró la evidencia de la decadencia de esta llamada “Época de Oro del Cine Mexicano”.
SEMBLANZA
Considerada la mujer más bella del Cine de Oro Mexicano,[2] Miroslava Sternová Beková, mejor conocida como Miroslava Stern, nació el 26 de febrero de 1926[3] en Praga, República Checa, y posteriormente se nacionaliza mexicana.
Hija adoptiva de Oskar Sternová y Miroslava Beková, ambos judíos, gozaban de una buena posición económica. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, ante la postura religiosa que tenían, se vieron obligados a salir del país junto con su hermano y abuela, lo cual no resultó del todo bien pues fueron detenidos y llevados a un campo de concentración del cual, afortunadamente, lograron salir luego de tres semanas; lo que los llevaría a refugiarse a México (fenómeno social muy común durante este suceso). Llegaron en 1941 al puerto de Mazatlán, Sinaloa, y para esta fecha Miroslava tenía 15 años de edad. La estabilidad económica de su padre no flanqueó mucho, pues seguían teniendo una buena posición social.
Con su nueva vida, Miroslava fue enviada a Estados Unidos para estudiar -según algunas fuentes- inglés y español a Nueva York, otras refieren que fue para estudiar arquitectura. En 1942 regresó a México por causa de la muerte de su novio, quien era militar, ante esto, Miroslava intentó suicidarse sin éxito, por lo que su regreso a México significó el inicio de su formación artística pues entró a estudiar diseño, pintura y confección en el Colegio Americano. Tras la influencia artística, hacia 1944 Miroslava participó en un baile en el Country Club, en el que se reunía a todas las jóvenes de la alta sociedad de la capital cuyo premio era una beca para estudiar en los estudios RKO en California, Estados Unidos, el cual ganó. Este suceso formaría a una de las mayores actrices del cine mexicano. Durante su estancia de formación artística en California, en 1945, su madre fallece, y ella regresa a México.
"BODAS TRÁGICAS"
En 1946 realiza su primera actuación en la película titulada Bodas Trágicas del director Gilberto Martínez Solares. Miroslava, de ojos claros que refractan la divinidad de su belleza total, aparece en un papel estelar protagonizando a “Amparo”, una bella mujer jalisciense de buena posición social que se casa en secreto con Diego (Roberto Silva), un recién hacendado que resulta ser un “enemigo y traidor” para el padre de Amparo -figura influyente en la sociedad- quien quería casarla con otro hombre (José Luis) para unir a “dos familias prestigiosas y cristianas”.
Bodas trágicas es un melodrama trágico “ranchero” típico de los años cuarenta: un hombre se roba a su amada, viven juntos pero hay personas que buscan acabar con aquel romance que los afecta moralmente, Laura (Stella Inda) es una criada de Diego que vive enamorada de este e infelizmente casada con Octavio (Ernesto Alonso) quien se da cuenta de los actos de añoranza de su esposa. Amparo, felizmente casada y querida por el pueblo de Angostura, vive un romance de novela sin ver que la tragedia la persigue. Carlos (Luis Beristáin) es un amigo de infancia de Amparo que deja todo en la hacienda de su padre para ir a asistirle, y Octavio (criado de toda la vida) al ver que Diego le toma más confianza a Carlos, decide aprovechar la amistad de Amparo y Octavio para acabar con el matrimonio y así volver a tener la estimación de Diego y acabar con el sentimiento amoroso de su esposa (Laura) hacia Diego. Octavio le hace pensar a Diego que Amparo tiene algún amorío con Carlos y lo hace dudar de la fidelidad de su esposa pues este los encuentra platicando de manera íntima sobre cosas de su larga amistad lo cual le genera celos, sin embargo, Amparo (en su representación de “buena mujer”) se entristece al recibir de su esposo una actitud de ira que le hace sentirse mal.
Imagen 1. Roberto Silva y Miroslava Stern en Bodas Trágicas (1946).
Octavio, en su búsqueda por terminar con el martirio que el despecho de su matrimonio le genera, va a hablar con el pretendiente que el abuelo de Amparo le tenía; José Luis, para inventarle que esta estaba arrepentida de haberse casado con el “monstruo” de Diego Ramírez. Le incita a no “abandonar la partida” y recuperar el honor que “como hombre le pertenece” y que le haga creer que tiene el perdón de su padre, lo cual es solo una cortina de humo para decirle que la va a sacar de su terrible martirio, cosa que Octavio le hizo creer. Luego emborracha y convence a Carlos que le lleve serenata a Amparo con motivo de la “reconciliación” ante el “inconveniente” que Diego presenció entre Amparo y Octavio. El plan marcha como lo planeó y todos se reúnen en la casa de los recién casados, Diego ve la “perfidia” que Octavio le creó acerca de su esposa; “la de una mujer manchada”.
La reacción clásica del hombre “leal”, “protector” y “enamorado” que es “traicionado” desemboca en un estallo de ira en Diego que lo hace marcharse por un par de días. Laura, al ver que la complicidad con su esposo que originó una situación nefasta y abominable, se arrepiente de lo que han hecho, sin embargo su esposo quiere continuar con el plan y quedarse con todo lo que tiene Diego Ramírez. En su calvario, Amparo no deja de llorar, y espera el retorno de su amado que poco tiempo después vuelve, aún no le cree que realmente lo ama.
Octavio ya ha calculado todo, y le hizo creer a José Luis que Amparo y Laura se van a escapar del infierno que viven en la casa de Diego, le recomienda contactar al general (José Elías Moreno) de la localidad para evitar que este mate a su esposa y que José Luis la salve, el general no cree del todo a José Luis y va a avisarle a Diego lo que le dijo, Octavio una noche antes le había dado a José Luis el “dije” que le robó a Amparo, el cual le entregó al general argumentando que se lo había dado como símbolo de amor y del rescate que José Luis iba realizar. Diego se convence de la infidelidad de su esposa que, sin saberlo, Octavio y Laura serían los autores de tal plan. Todo se cumple, José Luis aparece a la hora indicada, Amparo de igual modo, Diego con toda la decisión de asesinarla dispara hacia Amparo pero Laura que iba con ella se interpone en la trayectoria de la bala y agonizando le confiesa la verdad a Diego, luego muere. Sin pensarlo Diego va a perseguir a Octavio para matarlo. La película culmina con la muerte de Octavio y el perdón de la falsa perfidia de Amparo que quiso hablar pero el “sollozo comprimido en su pecho desgarró con un gemido que el nombre idolatrado sofocó” con un abrazo que la Boda Trágica creó.
En una magnifica primera actuación estelar, Miroslava hace notar sus facciones que ascienden más allá de una oferta visual que encarna su belleza, da signos de estrella, se muestra segura de su voz: expresiva, con amplia dicción, refleja en sus ojos la seguridad de su personaje. Es cierto que pocas figuras del cine lograron alcanzar el reconocimiento de inmediato y con una sola película, un ejemplo es Jorge Negrete, quien necesitó de cuatro años y nueve películas para llegar a ser ampliamente reconocido como estrella del cine. Caso contrario a Negrete es María Félix que solo requirió de una sola película para ser la estrella que consagraría su imagen tan famosa. Miroslava, que ya había estudiado actuación en California, demostró su preparación como artista estudiada. La naturalidad de su actuación en Bodas Trágicas y el encanto y ternura que se reflejaban en sus ojos y sonrisa la llevó a seguir teniendo la oportunidad de hacer más películas.
La profesionalidad que mostraba en sus actuaciones nos lleva a pensar el enorme potencial que tenía en el cine mexicano. Si consideramos que las mujeres no tenían el mismo apoyo que los hombres (sin importar su condición social o puesto laboral) veremos que estas se la vieron más difíciles en la manera de desempeñar un papel relevante en la sociedad. Los hombres en el cine mexicano, tenían a su alcance guiones en grandes cantidades, papeles estelares, buena paga y amplio reconocimiento que era producto de esos mismos papeles que desempeñaban, pero las mujeres tenían que hacer un esfuerzo mayor para lograr destacar sobre un hombre. Claramente la belleza era importante y en Miroslava esto era una cualidad tan enorme que ni siquiera los mejores productores supieron aprovechar, no porque se le considerara muy bella, sino porque sus rasgos físicos eran “diferentes” a lo acostumbrado que mostraba en el cine.
Imagen 2. Miroslava Stern en Bodas Trágicas (1946).
Si tuviéramos que decir si era o no la actriz más bella del cine de oro no podríamos decirlo, pues más allá de eso, en este trabajo no importa esa cuestión, sino más bien destacar su profesionalidad y naturalidad de sus actuaciones y la grandeza que Miroslava dejó en cada una de sus películas. Podremos notar actuaciones magnificas en sus películas, pero nunca pensamos en cómo es que están ahí, como complacen al público.
OTRAS PELÍCULAS
Miroslava Stern realizó 31 películas entre 1946 y 1955, tres de ellas filmadas en Hollywood. Luego de haber filmado Bodas Trágicas, en 1947, apareció en Cinco rostros de mujer también de Martínez Solares, en la cual actuó con Arturo de Córdoba, Pepita Serrador y Ana María Campoy. Más tarde conocería a Mario Moreno Cantinflas (en este trabajo no abordaremos todas las suposiciones que hay acerca de su relación con la actriz) en ¡A volar joven! junto a Carolina Barret, Maruja Griffel, Andrés Soler y Ángel Garasa. Más tarde obtuvo el papel de “María” en Juan Charrasqueado (1947) junto a Pedro Armendáriz. Hacia 1948 filmaría su primera película en el extranjero, Adventures of Casanova, luego Nocturno de amor y Una aventura en la noche. Hacia 1949, filmó Secreto entre mujeres, al siguiente año en 1950, trabajó en La posesión, junto a Elsa Aguirre en La liga de las muchachas y, La casa chica.
Para 1951 participó en siete películas: La muerte enamorada, Trotacalles, Monte de piedad, Cárcel de Mujeres, Ella y yo, El puerto de los siete vicios y en la segunda película extranjera en la que participaría titulada The Brave Bulls. En 1952 trabajó en Dos caras tiene el destino, Música, mujeres y amor y apareció en un documental estadounidense llamado Screen Snapshots: Hollywood on the Ball. Para 1953 apareció en La bestia magnifica, Las tres perfectas casadas misma que le daría una nominación a un Premio Ariel. Trabajó también en Reportaje, Sueños de gloria, El monstruo resucitado y en un capítulo de la serie norteamericana Suspense, en el capítulo “Reign of Terror”.
Los dos siguientes años serían los últimos de su vida. En 1954, Miroslava solo realizó una película llamada La visita que no tocó el timbre. En 1955 realizó su tercera participación en el cine de Hollywood con Stranger on Horseback, también realizó Más fuerte que el amor grabada en México y en Cuba.
Participó de manera ultra estelar en la cinta Escuela para vagabundos, del director Fernando de Fuentes, una de sus películas más recordadas y que no debemos atribuir su éxito a Pedro Infante (puesto que es la otra figura estelar) quien, como sabemos, fue todo un fenómeno desde que Ismael Rodríguez lo moldeó, más bien, la maravillosa actuación de todo el reparto le otorga el éxito a la cinta. La actuación de Miroslava es la cereza del pastel, une a todos los personajes, es la pieza clave en la que giran los hechos, es el fundamento y la esencia misma del argumento de la película, su actuación pone en evidencia la cúspide de su carrera artística, más allá de la presencia de las “grandes” figuras masculinas. Debemos de dejar de idolatrar al hombre, no es el eje de una trama, la película no gira sobre ellos, no habla sobre ellos, no son “el todo” de la película; la figura de la mujer es, sin embargo, la muestra inconsciente de la necesidad de su presencia para que las cosas funcionen.
En esta cinta también participaron: Blanca de Castejón, Oscar Pulido, Anabel Gutiérrez, Fernando Casanova, Lilia Durán, Eduardo Alcaráz, Dolores Camarillo y Oscar Ortiz de Pinedo, cuya cinta seria la penúltima de la carrera de Miroslava.
ENSAYO DE UN CRIMEN
Considerada una de las mayores obras cinematográficas de Luis Buñuel, Ensayo de un crimen es la última película en la que Miroslava participaría. Una adaptación de la novela de Rodolfo Usigli, estrenada el 19 de mayo de 1955. Ensayo de un crimen relata la vida criminal de Archibaldo de la Cruz (Ernesto Alonso), un hombre de buena posición económica que dedicaba su tiempo a la alfarería.
La película trata del problema psicológico que Archibaldo tuvo de niño al desear la muerte de su nana lo cual solo se lograría si ponía a tocar una caja musical que su madre le regaló, con el tiempo la caja musical se perdió. Pasó el tiempo, él ya estaba en tratamiento en un hospital y al no resistir el impulso de matar pretende asesinar a una monja que lo atendía fracasando en el intento pues la monja cayó por accidente en el precipicio de un elevador que estaba descompuesto. descompuesto. El tiempo volvió a unir a Archibaldo y a la caja, después de varias décadas en una tienda de antigüedades en la que Archibaldo de la Cruz se encontraba cuando una mujer hermosa de nombre Lavinia (Miroslava) ve la caja y quiere que su pretendiente “Chucho” con quien se iba a casar se la comprara. La música que producía la caja había marcado el problema psicológico de Archibaldo pues al escucharla le daba el deseo de matar. La caja se la termina quedando él al rogarle a Lavinia ya que era un recuerdo de su madre.
En los azares del destino Archibaldo se cruza con una joven de nombre Patricia (Rita Macedo), una “mujer interesante” que vivía con un su novio “Willys” (José María Linares Rivas)[4] un hombre mayor adinerado que le cumple sus caprichos. Cuando Archivaldo se cruza con Patricia a quien ya conocía, esta se burla de el a carcajadas al ver que aparentemente le estaba mirando las piernas y lo invita a asistir a un casino por la noche, a partir de este momento Archibaldo tiene el deseo de asesinarla.
Archibaldo estaba enamorado de Carlota (Ariadna Welter) y cuando se cruzó con Patricia era porque le iba proponer matrimonio a Carlota, pero a su vez esta estaba enamorada de Alejandro Rivas, un hombre casado y con hijos, Carlota le dice que lo pensará. Archibaldo pretende a Carlota y la mira como una mujer pura sin saber que más adelante el mismo Alejandro lo incitaría a asesinarla.
Imagen 3. Cartelera de la película Ensayo de un crimen (1955).
Por la noche Archivaldo se vuelve a encontrar con Patricia, nota que tiene una discusión con su novio a causa del dinero que ésta derrocha por lo cual se separan y lo ve como una oportunidad perfecta para llevar a cabo, sin embargo, no sale como piensa y procede a llevar a Patricia a su casa, en donde ya había ideado una manera de asesinarla sigilosamente, pero de nuevo fracasa, pues su novio Willys llega y le arruina el plan, Archibaldo se va esperando asesinar a Patricia otro día, pero este no se esperaba que al siguiente día aparecería muerta por suicidio a causa de una discusión con su novio. De nuevo no cumplió su deseo de asesinar a alguien.
Más tarde, reaparece Lavinia, en esta ocasión ya se sabe del papel de Miroslava; protagoniza a una modelo y guía de turistas, exitosa y con una vida relajada, que un futuro se casaría con un hombre mayor muy adinerado. Miroslava aparece con un papel que para estas alturas ya era típico de sus actuaciones; la mujer adinerada y bella que todos pretendían. Archibaldo se encuentra con ella en un bar, en esta escena el rostro de Miroslava se ve enaltecido tras captarlo de una manera singular a través de las llamas de unas veladoras que a propósito reflejan el brillo en sus ojos exponiendo el esplendor y profundidad de su mirada, la casualidad no tarda en tomar sentido, Lavinia reconoce a Archibaldo y lo aborda para platicar, él no la recordaba hasta que ella comenzó a silbar la melodía de la caja musical que días antes iba a comprar, al imitar la melodía ahora Archibaldo la quiere asesinar y para esto hace el intento de tener una cita con ella, pero esta le dice que la puede encontrar “día y noche” en cierta dirección a la que, al día siguiente, Archibaldo visita recibiendo una sorpresa, era una tienda de ropa en la que Lavinia no trabaja y no sabían quién era, sin embargo, había un maniquí de ella producto de su modelaje, para esto Archibaldo indaga y descubre la procedencia del maniquí, encontrando a Lavinia cerca del lugar en donde procede a invitarla a cenar a su casa a lo cual ella acepta, ese mismo día, Archibaldo compra el maniquí de Lavinia y lo lleva a su casa para jugarle una broma a esta, la cual ella la toma de muy buena manera siguiéndole el juego, este pretende quemarla en su horno en donde fabricaba sus artesanías, a lo cual se apresura para subir el calor mientras deja a Lavinia tomándose un trago, en este momento ella se pone la ropa del maniquí y le pone la suya a este para seguirle el juego, cuando Archivaldo logra distraerla para asesinarla tocan la puerta, eran turistas a los que ella había invitado para ver el taller de un “mexicano” a lo cual Archibaldo reacciona amablemente aunque con enojo de que su plan se estaba arruinando, les hace un recorrido y Lavinia le agradece para después retirarse diciéndole que su “noche la podía consolar con la otra Lavinia (con el maniquí)”, Archibaldo quema el maniquí simulando todo lo que pretendía hacer para asesinar a Lavinia.
La creación del maniquí, según el director, fue muy costosa, pues este es idéntico a la actriz, tanto que al ver la película y al estar a blanco y negro, llegaría a confundir a quien no conoce muy bien el rostro de Miroslava. Para grabar esta escena, Buñuel dejó muy en claro que debía de ser grabada en una sola toma, pues como he mencionado, el maniquí costó mucho dinero y no podían perder tiempo ni dinero encargando otro.
Retomando la trama, la prometida de Archibaldo, Carlota, lo visita para darle la noticia que, si aceptaba su propuesta de casarse, ante lo cual, al platicarle Carlota a su “ex novio” Alejandro, este reacciona de manera entristecida y le desea lo mejor para su futuro matrimonio. Alejandro ante la enorme tristeza que le generó saber que perdía a su amada, crea un plan para arruinar la boda; un día antes de la boda, le manda una carta anónima a Archibaldo diciéndole que su prometida no era pura ni mucho menos la mujer que él pensaba y le da una dirección para que vaya comprobarlo por su propia cuenta. Alejandro cita a Carlota para “despedirse” con la intención de abrazarla y hacerle ver a Archibaldo su traición, para lo cual, Archibaldo se enfurece y planea asesinarla después de la boda.
Imagen 4. Ernesto Alonso y Miroslava Stern con el maniquí de ella en Ensayo de un crimen (1955).
Durante la boda Archibaldo ya lo tiene todo planeado, pero no esperaba que los celos de Alejandro terminarían por impedir su plan, pues esta asesina de un tiro a Carlota en plena boda. Archibaldo confiesa todos sus planes de asesino ante la cita que tenía con el juez para dar su declaración de la monja que cayó por el elevador, pero el juez no le cree pues jamás hizo nada, solo lo pensó.
Para alejarse de esto, Archibaldo se deshace de la caja musical arrojándola a un lago y así librarse de su mal, una vez realizada esta acción, mientras camina se encuentra a Lavinia caminando por el mismo sitio quien le confiesa que ya no se iba a casar, al final, se van caminando juntos como si un nuevo romance iniciara, cambiando la vida de Archibaldo.
EL ADIOS DE UNA ESTRELLA
La última actuación de Miroslava en ocasiones parece reflejar los problemas sentimentales que tenía; la mirada tan expresiva, típica de ella, parece estar apagada, al ser un film de diferente género, no abunda la risa y la alegría, sin embargo, su actuación es magistral, como si se tratase de la vida real, cada gesto, cada acto, cada palabra denotan las virtudes que Miroslava tenía para la actuación.
El 9 de marzo de 1955 Miroslava, a los 29 años de edad, decide quitarse la vida. Existen diversas teorías sobre lo que la llevaría a tomar esa decisión, algunas le atribuyen la culpa a Mario Moreno “Cantinflas” otras muchas más apoyan la teoría de que se quitó la vida a causa de enterarse que su amado el torero Luis Miguel Dominguín se iba a casar con otra mujer. La causa de su muerte apunta a una sobredosis de barbitúricos, siendo encontrada muerta días después por su ama de llaves.
Miroslava Stern es una de las figuras del cine mexicano más reconocidas debido a la belleza que parecía; tenía una virtud cautivadora en ella. Más allá de las teorías sobre su muerte, este ensayo presenta un breve recorrido sobre su carrera artística y un breve resumen de su primera y última película realizada. La sombra que persigue la vida de esta actriz no deja ver más allá de su “trágica muerte”. A diferencia de los actores que murieron como Jorge Negrete en diciembre de 1954, los trabajos acerca de la vida de una actriz, hasta hace unos cuantos años, no iban más allá de la nota roja cuando fallecían trágicamente.
Formó parte de la nueva “liga de las muchachas”, aquellas que encumbraron al género segregado, que impusieron nuevas reglas en la forma de mostrar a la mujer, por supuesto que esto se podría ver de una manera extraña, pero estamos hablando del cine de oro mexicano, dominado por el melodrama ranchero y la repartición de los “valores propios de una mujer”, la misoginia en su máximo esplendor. Miroslava Stern forma parte de las nuevas “ofertas visuales”. Podremos considerar que esas mujeres aún vivían, claramente, bajo un sistema patriarcal profundamente conservador típico de la sociedad mexicana, pero más allá de eso, son “la nueva imagen” femenina de la época, traen consigo el cambio de esos valores ultraconservadores, el pecado y la vergüenza quedan atrás, fueron el símbolo de la identificación de la nueva mujer ante la sombra del hombre macho que repetía el sistema patriarcal arraigado en la cultura mexicana. Miroslava forma parte de estos senderos de la identificación femenina: María Félix, Elsa Aguirre, Silvia Pinal, Gloria Marín, Amanda del Llano, Columba Domínguez, Charito Granados, Rosita Quintana, María Elena Marqués, Silvia Derbez, Rosita Arenas, Blanca Estela Pavón, Marga López, María Luisa Zea, entre otras muchas más, son las estrellas de lo moderno, de lo anacrónico, rompen con varios de los estereotipos que tienen a la mujer subyugada a la mano del hombre.
Desde el inicio hasta el final, cada una de sus obras, Miroslava reflejó la profesionalidad y facilidad que tenía para la actuación, esto en conjunto con la belleza mítica la llevó a consagrarse en la industria fílmica desde su primera aparición y estelar en 1946. Hoy, sus películas son un reflejo de la idea y estándares de la feminidad de las mujeres y nos pueden ayudar a comprender la ideología del horizonte histórico cultural que el cine de oro mexicano estimuló y que aún persiste hasta nuestros días.
[TEXTO PUBLICADO ORIGINALMENTE EL 09 DE MARZO DE 2024]
NOTAS
[1] Carlos Monsiváis, “Ojos que nunca me véis / por recelo o por decoro”, en Rostros del Cine Mexicano (Italia: Landucci Editores, 1999), p. 67.
[2] No se pretende afirmar esto.
[3] Aunque se ve un poco discutida esta cuestión pues algunas fuentes refieren que presuntamente nació en 1925, 1926 o 1927. Sin embrago, son más las que dan por fecha correcta de su nacimiento el año de 1926.
[4] Este murió unos meses después que Miroslava, casi a la par que Joaquín Pardavé, y fue también su última película.
FUENTES DE CONSULTA
García, Gustavo y Rafael Aviña. Época de Oro del Cine Mexicano. México: Clío, 1997.
Monsiváis, Carlos. “Ojos que nunca me véis / por recelo o por decoro”, en Rostros del Cine Mexicano. Italia: Landucci Editores, 1999.
Peña, Mauricio y David Ramon. “Luis Terán, Las 100 mejores películas del cine mexicano”, en Somos Uno numero 5. México: Eres, 1994.
https://www.mujerhoy.com/celebrities/202104/15/tragedia-boda-luis- miguel-dominguin-lucia-bose-polemico-suicidio-pastillas-actriz-mexicana- amante-torero-miroslava-stern-20210413193047_amp.html#amp_tf=De%20%251%24s&aoh=17098450976382&referrer=https%3A%2F%2F
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