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EL PERFIL DE LAS BRUJAS

Sandra Santiago

Por: Sandra Santiago


La caza de brujas durante los siglos XVI y XVII se dio de manera diferente en las diversas regiones de Europa. Las mujeres eran comúnmente las más denunciadas bajo el lema de ser quienes menos poder tienen y que recurrían a la hechicería y brujería como una forma de venganza, así, haciendo de enfermedades tanto a familias como a animales. En regiones como Inglaterra, las acusaciones fueron demasiadas a comparación de regiones como España o Italia.

Así como variaban las cantidades de acusaciones, también variaba el perfil de estas brujas, según Brian P. Levack en La caza de brujas en la época moderna, podemos catalogarlas por:


EDAD

En muchos de los documentos inquisitoriales, las acusadas son de edad avanzada, en el rango de 50 y 60 años -edad muy avanzada para la época-, las teorías de porque las acusadas eran de esa edad, son por varias razones; por ejemplo, la ser de mayor edad, presentaban una situación de senilidad, lo que causaba que estuvieran solas o lanzarán comentarios imprudentes. Otra razón, era el que al ser mujeres mayores, se tenía la idea de que eran más activas sexualmente, y que el hombre, por el contrario, perdía con la edad esa chispa sexual. Así, se argumentaba que las mujeres mayores encantaban a los hombres jóvenes para hacerlos partícipes de su goce sexual. Robert Burton en su libro Anatomy of Melancholy (1612), afirmaba que “la vieja maúlla y necesita tener un semental, un campeón; tiene que volver a casarse y lo hará y se prometerá a algún joven”.

Siguiendo lo anterior, se tenía la idea de que el diablo era aquel que podía satisfacer las necesidades de estas, al transformarse en un hombre joven y apuesto y que les hacía de posiciones sexuales. Arnoldo Albertini[1] afirmaba que “la mayoría de las brujas eran viejas que no lograban tener amantes y, por esa razón, se convertían en strigae”.

Pero no solo se acusaba a mujeres mayores, en Venecia se solían acusar mujeres de entre veinte y treinta años, mientras que en otras zonas de Europa se acusaban a niños y jóvenes -esto a finales del siglo XVII-, pues al ser sus madres acusadas, ellos eran víctimas de sospechas; asimismo, en los interrogatorios, muchos de ellos dejaban volar la imaginación y extendieron la creencia de brujas.



ESTADO CIVIL

En el caso del estado civil, se remiten a las casadas y las solteras (ya sea por enviudar o por soltería), en este sentido, las mujeres casadas eran las menos acusadas en un principio, liderando las solteras, pues para la época de la Baja Edad Media, las mujeres eran mayor cantidad demográfica que las casadas, esto debido a que tras las guerras y la peste, los hombres eran quienes más morían; de esta manera, unas llegaban a conventos y otras -al ya no haber espacio en ellos- se mudaban a las comunidades y vivían en independencia. Así, se juntaban dos cosas que no eran muy aceptadas socialmente: una mujer soltera, que no estaba bajo el mando de algún hombre en calidad de esposo o padre; y una mujer independiente.

Sin embargo, las casadas también eran acusadas, pues muchas de las acusaciones se hacían como venganza o por factores relacionados con el sexo; a las propias esposas o de hijos a sus madres, por poner un ejemplo, peleas por terrenos o bien, al no aceptar un matrimonio.



CONDICIÓN SOCIAL Y ECONÓMICA

Dentro de las acusaciones también se encuentran las mujeres pobres, si bien es cierto que los juicios se pagaban con los bienes del acusado, en el siglo XVI, las personas pobres -en su mayoría mujeres- eran acusadas dado que se tenía la idea de ser los más vulnerables a trabajar para el Señor de las Tinieblas, y recibir a cambio una mejor situación económica. Girolamo Cardano, médico italiano mencionaba a las brujas como “ancianas miserables y mendicantes que subsisten en los valles con castañas y hierbas del campo”.

De igual manera, las acusaciones se daban como actos en contra de los pobres, pues al sobrevivir de las colectividad, algunos lo usaban para “desquitarse legalmente de quienes se aprovechaban de ellos”.

Para finales del siglo XV y principios del XVII, la población estaba en aumento, y con ello, la cantidad de pobres, de esta manera, la mayoría de los acusados pertenece a este estrato social. Incluso los acusadores lo hacían para mantener su posición social, pues sentían esa decadencia económica.

Pero en estas cazas de brujas se daban también entre hombre y mujeres ricas, usualmente como pretexto ante conflictos reales y políticos. Y de igual manera, se agrega el aspecto de mujeres con herencias, mujeres que al no tener hijos y marido pero sí propiedades, eran acusadas para así poseer las herencias. Dando por consiguiente, el modelo para las acusaciones en la Nueva Inglaterra.



PERSONALIDAD DE LA BRUJA

No es tan fácil definir la personalidad de una “bruja”, puesto que las acusadas eran de diversas personalidades, de diversos lugares y diversos contextos. Aun así, se cree que estas -como lo vimos anteriormente-, al ser mujeres mayores y al vivir en pobreza, se pensaba que eran las más accesibles al diablo, de igual manera se decía que eran las menos queridas por el pueblo, aunado a que al presentar senilidad, tenían visiones que alimentaban los rumores.

En cuanto a los estudios realizados por escépticos se argumentó que estas mujeres con delirios se encontraban con la enfermedad femenina: la melancolía. Realmente no se tienen estudios tan certeros de cómo estas mujeres alimentaban el rumor, sin embargo, ante pruebas judiciales en tribunales eclesiásticos, estas acusadas tenían por cargo: “robo [...] no asistir a la iglesia, quebrantar el descanso dominical, decir palabrotas, fornicar, prostituirse, abortar, cometer adulterio”. Y para el caso de lo hombres acusados se añadían como pruebas “sospechosos de homosexualidad”.

Un porcentaje de las acusadas eran mujeres que no profesaban alguna religión, estaban inconformes con la religión o mostraban ante la sociedad su sexualidad, aun así no hay motivos para afirmar que las acusadas fuesen personas depravadas.

“Sería demasiado arriesgado afirmar,[...] que las brujas fueran personas depravadas”.


Como bien vimos, poder catalogar a alguien como bruja o brujo era a partir de las condiciones en las que vivían, de alguna manera, el tratar de deshacerse de poblados que no cumplían con lo normado socialmente. Aun así, hay que tener en cuenta que cualquier mujer, niño, niña u hombre, podría caer bajo las acusaciones. Estas eran a partir de rumores, es por eso que hay que preguntarse, ¿quiénes eran las no brujas?


Imagen 1. Vuelo de las brujas de Vaud (Suiza). Miniatura en un manuscrito de Martin Le France, Le champion des dames, 1451 (Wikipedia).



BIBLIOGRAFÍA

P. Levack, Brian, "El contexto social", en La caza de brujas en la Europa Moderna, Madrid, Alianza Editorial, 1995.


Christensen, Benjamin, (1992), "Häxan. La brujería a través de los tiempos" [Film], Svensk Filmindustri.



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